Esta mañana, al poquito de salir, nos encontrábamos ya con el mojón que anunciaba la ya cercana entrada a Santiago.
Sin duda, fueron los kilómetros más largos que se nos hicieron.
Además, durante casi toda la etapa nos acompañó (de nuevo) la lluvia.
Ya en el Monte do Gozo no podíamos con las ganas de llegar.
Finalmente, entramos en la ciudad de Santiago en busca de la catedral, y siguiendo las que eran ya nuestras últimas flechas amarillas...
Las calles mojadas de Santiago nos recibieron con sonido de gaitas.
Y por fin, allí estaba, majestuosa, la catedral.
Atrás quedan los dolores y sinsabores del camino. También risas, reflexiones y buenos ratos.
Todo ello: ser peregrino.
Mañana les contaremos, seguramente desde el aeropuerto de Barcelona, nuestras aventuras por la ciudad de Santiago de Compostela.